En lo referente a la
presencia de banderas independentistas catalanas en la final de la Copa del Rey
de mañana, tengo que decir, que el Estado ha hecho un gran ridículo,
exceptuando a Concepción Dancausa, Delegada del Gobierno en Madrid.
Un juez de lo Contencioso
Administrativo de Madrid ha autorizado la presencia de esas banderas
independentistas catalanas en el partido, cubriéndose de gloria al afirmar que
no se puede restringir un derecho fundamental como es el de la libertad de
expresión. Este, inútil, cobarde, o las dos cosas, obvia que varias
disposiciones de la Ley del Deporte, la UEFA y hasta la Carta Olímpica, dejan
muy claro que la prohibición decretada por la Delegación del Gobierno de Madrid
estaba perfectamente fundamentada.
En pos de esa libertad de
expresión, se va a permitir portar la bandera de quienes en su comunidad multan
a quien utilizando esa libertad rotula sus negocios en español, a quienes
impiden que los niños puedan expresarse en español en las escuelas, a quienes
laminan a diario los derechos y las libertades de los catalanes no
independentistas. No me haga usted reír Sr. Juez.
¿Alguien sabe que va a
ocurrir mañana, si los que porten las esteladas le pitan a nuestro Rey o al
himno nacional? ¿Alguien duda de que mañana existen grandes posibilidades de
que en el corazón de la capital del Reino estos malnacidos se dediquen a
provocarnos a todos los españoles?
Viendo la actitud suicida
del Estado, lo normal sería que, como siempre, todos tragaran y ellos, como
siempre, a disfrutar de total impunidad hagan lo que hagan. Aunque siempre
tenemos la esperanza, de que si eso ocurriese, se suspenda el partido, se
marche el Rey, y el Sevilla se niegue a jugar.
Mañana sabremos lo que
ocurre, sea lo que sea, y si es malo, tienen un culpable, un mendrugo con toga
muy poco valiente.
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