Puigdemont, reiteró ayer en
Madrid, que mantiene ese viaje a ninguna parte que es el plan soberanista
iniciado por Artur Mas, y lo hizo, en un desayuno organizado por Nueva Economía
Forum.
El presidente catalán se
atrevió a decir, que en un año convocará nuevas elecciones con carácter
constituyente para celebrar un referéndum y declarar de forma efectiva la
independencia. En otro tiempo, me atrevería a decir, que antes de su
intervención se había metido un chute de LSD, pero en esta locura política en
la que estamos inmersos, los mayores desvaríos parecen verse como normales.
Mientras que Puigdemont
proclama sus irrealizables deseos, a día de hoy, sin el auxilio financiero del
Estado, Cataluña quebraría. Las principales agencias de calificación sitúan la
solvencia de Cataluña al nivel de Nigeria o Bangladesh, y así le sería
imposible obtener financiación en los mercados financieros internacionales.
Sin los casi 50.000
millones que Cataluña ha recibido del FLA, ni siquiera podría haber pagado las
nóminas de sus empleados públicos y a sus proveedores. Sin nuestro dinero,
Cataluña se vería abocada a la suspensión de pagos, sin embargo, tienen la
osadía de seguir manteniendo esa falsedad de “España nos roba”.
El resultado de la mala
gestión de los independentistas, una deuda del 370% del PIB y un déficit
público del 2,7% del PIB, el más alto de todas las CCAA, pero ellos se niegan a
reconocer su culpa. Cuando el dinero destinado a los servicios públicos básicos
y a pagar a los proveedores, se destina a financiar el independentismo, pasa lo
que pasa, una región que era rica no hace mucho está al borde de la quiebra.
Ellos mantienen su desafío
y nuestro gobierno se lo sigue financiando, para mí, algo inconcebible.
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