Me encuentro entre quienes
acabamos de finalizar nuestras vacaciones y estamos, en pleno proceso de
adaptación a nuestra vida normal y a ese calor del que nos olvidamos hace
quince días pero que de nuevo volvemos a sufrir.
Cuando empezamos nuestras
vacaciones, Pedro Sánchez, ya las disfrutaba, y por lo visto, sigue en el mismo
plan. Parece que ha sido avistado disfrutando de ellas en varios y alejados
lugares, desde el Cabo de Gata hasta los Pirineos.
Siempre pensé, que cuando
un líder político hacía lo que no debía, trataba de disimularlo, pero no, por
fin hemos encontrado un líder que lo que hace, lo hace a pecho descubierto. Cuando
nuestro país está pasando por la mayor crisis política desde la Transición,
precisamente el que tiene bloqueada la situación, se está dedicando a pegarse
un “pedazo” de vacaciones, aparentando que esto no va con él.
Siempre pensé, que esa
anomalía histórica que sufrió España y que respondía al nombre de José Luis
Rodríguez Zapatero, jamás sería superada por nadie, creo que me equivoqué, pues
de ZP se podía esperar cualquier cosa, pero seguro que en la actual situación
no se habría dedicado a pegarse un “superveraneo”.
Lo mínimo que se le puede
pedir a quien dirige un partido con 137 años de historia y que ha gobernado
este país en numerosas ocasiones, es que atesore sensatez, responsabilidad y sentido
de Estado, virtudes de las que por supuesto, Pedro Sánchez carece.
A Pedro Sánchez no se le
pide que “por narices” llegue a un acuerdo con Mariano Rajoy, lo que se le pide
es que al menos lo intente, y desde luego, los ciudadanos españoles tenemos muy
claro que desde el día siguiente de las elecciones dijo NO y no ha hecho el más
mínimo intento para evitar unas terceras elecciones.
O el Comité Federal del
PSOE empieza a tomar decisiones, o en esas hipotéticas terceras elecciones
consecutivas el hundimiento electoral de los socialistas puede ser de tal
magnitud que no encuentro una palabra que lo defina.
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